Una pareja de ancianos vive feliz después de una larga vida de bonanza. Como cada mañana, el anciano prepara con amor el desayuno que lleva a la cama a su mujer. Cuando el anciano entra en el dormitorio se ve la realidad en la que está sometida la mujer: está maniatada a la cama. Sin embargo, la anciana está bien, feliz y sonríe cordialmente a su marido, puesto que para ella es algo común. El anciano da de comer y decide qué ropa se tiene que poner la anciana. La más mínima acción y decisión de la anciana está controlada por el marido. Todo lo decide el marido mientras la mujer lo acepta y no consigue ver la realidad. Hasta que un ser mágico, un sapo gigante, emerge de una esquina del dormitorio para mover un espejo. Cuando la mujer se ve reflejada en el espejo divisa la realidad que le acontece y le ha acontecido toda su vida. Ha conseguido, por fin, abrir los ojos.